MIME-Version: 1.0 Content-Type: multipart/related; boundary="----=_NextPart_01D53BF4.5B2CF670" Este documento es una página web de un solo archivo, también conocido como "archivo de almacenamiento web". Si está viendo este mensaje, su explorador o editor no admite archivos de almacenamiento web. Descargue un explorador que admita este tipo de archivos. ------=_NextPart_01D53BF4.5B2CF670 Content-Location: file:///C:/0F0BB8D3/PUBLICACION14VOL3NUM3.htm Content-Transfer-Encoding: quoted-printable Content-Type: text/html; charset="windows-1252"
=
ISSN: 2602-8506
Vol. 3, N°3=
., p.223
- 240, julio - septiembre, 2019
Recibido: 05-05-2019
/Aceptado: 05-06-2019/ Publicado: 05-07-2019
=
La inversión en innovación tecnológica: la clav=
e de
América Latina frente al escenario global post crisis
=
Investment in
technological innovation: the key of Latin America against global scenario =
after
crisis
Enma Elizabeth Curillo González.[1], Wendy Nathaly Espinoza
Espinoza.[2] &
Flor María Lorena Estrada Carrera.[3]
DOI:
https://doi.org/10.33262/vis=
ionariodigital.v3i3.671
Abstract
This article exposes the origin of the global
economic crisis of 2008, and how it, in turn, reconfigured the globalization
and the international trade. The genesis of the crisis is established, its
repercussion in a new fragmentation of the global production chain whose va=
lue
is generated through investment in technological innovation. It highlights =
how
the weak institutionalist of the international economy does not contribute =
to:
(a) reducing the financial and technological gap between industrialized and
peripheral countries, such as the Latin American nations, (b) nor helping to
dismantle the protectionist barriers of the economies strong, and (c) much =
less
helps to cope with the global trend to limit foreign financing. Faced with =
this
complex and competitive scenario -where the competition and influence of the
BRICS- is present, it is explained how Latin America has no other option th=
an
to invest in technological innovation to overcome the structural heterogene=
ity
of its countries' production, incorporate value in the global productive ch=
ains
and conquer or create market niches. For this purpose, it is necessary to w=
ork
in concert in the regional blocks to establish joint strategies in the
international trade scenario.
Keywords: Technological innovation, international trade,
globalization, post-crisis global scenario, Latin America.
Resumen
En este artículo se expone el origen de la crisis económica mundial =
de
2008, y cómo esta a su vez, reconfiguró la globalización y el comercio
internacional. Se establece la génesis de la crisis, su repercusión en una
nueva de fragmentación de la cadena de producción mundial en cuyo trayecto =
se
genera valor mediante la inversión en innovación tecnológica. Se destaca có=
mo
la débil institucionalidad de la economía internacional no contribuye a: (a=
) reducir
la brecha financiera y tecnológica entre países industrializados y periféri=
cos,
tal como lo son las naciones latinoamericanas, (b) ni ayuda a desmontar las
barreras proteccionistas de las economías fuertes, y (c) mucho menos coadyu=
va a
enfrentar la tendencia mundial a limitar el financiamiento extranjero. Ante
este escenario complejo y competitivo -donde adicionalmente está presente la
competencia e influencia de los BRICS- se explica cómo a América Latina no =
le
queda otra opción que invertir en innovación tecnológica para superar la
heterogeneidad estructural de la producción de sus países, incorporar valor=
en
las cadenas productivas mundiales y conquistar o crear nichos de mercado. P=
ara
tal efecto, es menester trabajar de forma concertada en los bloques regiona=
les
para establecer estrategias conjuntas frente el escenario del comercio
internacional.
Palabras clave: innovación tecnológica, comercio internacional, globalización,
escenario global postcrisis, América Latina.
La crisis de
2008: el inicio del cambio del escenario económico global
La crisis financiera internacional de 2008 se originó a causa de los
problemas generados por las hipotecas subprime de Estados Unidos y se exten=
dió
luego a otros sectores de la economía, conmoviendo no sólo al mercado de esa
nación, sino también a las de otros países del orbe, de forma más significa=
tiva
a la eurozona. Como es común en estas situaciones, la contracción económica=
y
el aumento del desempleo ha tenido un mayor impacto en comparación a lo aco=
ntecido
en el país de origen. Cabe destacar, que en los inicios de la crisis no tuvo
mayor repercusión en las economías emergentes, sin embargo, las secuelas
financieras las alcanzaron.
Esta crisis, la mayor desde la Gran Depresión de 1929, ha orientado =
el
desarrollo de la economía global; por ejemplo, luego de la debacle, en los
cinco años posteriores hubo un decrecimiento de esta seis puntos porcentual=
es
en términos reales que si lo hubiera hecho a la tasa promedio de los veinti=
ocho
años previos: durante 1980-2007, la economía del orbe creció a 3% promedio
anual, mientras que a partir de 2008 y hasta 2012, lo hizo a 1.8%, según ci=
fras
del Fondo Monetario Internacional (FMI, 2012).
Cabe destacar que, en la primera década del siglo XXI, el desarrollo
económico de Estados Unidos representaba un déficit considerable de cuenta
corriente, el cual, como porcentaje del PIB, alcanzó 6% en 2006. En un cont=
exto
frenético de tasas de interés bajas y cuantiosa liquidez, propendido por la
política monetaria estadounidense, genero déficits que se financiaban sin
dificultad con entradas de capital. Simultáneamente, sucedía en el orbe, y =
en
específico, en Estados Unidos, un proceso de la innovación financiera suste=
ntada
en la expansión del crédito; el cual tenía por objeto aumentar la rentabili=
dad
de los capitales financieros que se ofrecían con facilidad por la banca. La
innovación financiera, a su vez, permitía mayor disponibilidad de recursos =
para
los agentes económicos.
En retrospectiva, se avizora que las autoridades monetarias y
financieras de Estados Unidos no percibían al déficit de cuenta corriente c=
omo
un problema: la productividad crecía y las empresas reportaban aumento de l=
as utilidades,
sobre todo las del sector financiero, estos dos factores se incidieron para=
que
se asumiera el déficit de cuenta corriente como un efecto del equilibrio. La
lógica era que a mayores ingresos de capital por mayor productividad y
utilidades de las empresas debían generar déficit de cuenta corriente como =
respuesta.
Se partió del supuesto que una economía grande y fuerte como la de Estados
Unidos, con el sistema financiero más fluido y avanzado del mundo, podía ar=
reglar
o solucionar fácil ese déficit, que nunca se detuvo.
A contracorriente de este exceso de confianza, la expansión acelerada
del crédito y la innovación financiera tenían un manejo turbio omitido por =
las
autoridades financieras y monetarias estadounidense: crecía debido a una dé=
bil regulación
ante las prácticas, tales como otorgar créditos y financiamientos sin un
respaldo demostrable del solicitante. Las instituciones financieras, con
operaciones no reguladas, se propagaron de manera exponencial porque justo =
allí
residían las grandes ganancias. Las mismas instituciones bancarias y
crediticias sujetas a regulación buscaron la forma de establecer otras
instituciones fuera de la regulación bancaria (Rodríguez y Zurita, 2008).
La inequitativa información, común en el sistema financiero, produjo=
que
muchos inversionistas no se percataran de los riesgos de activos respaldados
por productos surgidos de la innovación financiera. Invertían sin preocupar=
se
por los respaldos y se concentraban en la rentabilidad del crédito fácil y =
bursatilización
rápida. Prevaleció el riesgo, el exceso de confianza y se decidió omitir la
regulación bancaria y el respaldo para otorgar créditos, considerados como
ortodoxos y hoy se reconocen como necesarios: se creó un escenario próximo =
a la
corrupción.
Se deformaron los estímulos que generaron el riesgo y descartaron la
actuación prudente y moral, sobre todo en la protección de los activos de l=
as
instituciones financieras. Con la bursatilización instantánea de la cartera=
de
crédito, se vendieron despreocupadamente sus derivados, con ello descartaro=
n el
riesgo crediticio y, supuestamente, sorteaban pérdidas en el mediano y largo
plazo.
En este contexto era posible bursatilizar hipotecas de alto riesgo c=
on
pocas preocupaciones ni procesos burocráticos. Se encubría el alto riesgo en
los derivados financieros y se les transferían a otros agentes económicos, =
usualmente,
a otras instituciones financieras, actitud que se viralizó. Se asumió como
negocio abrir un gran número de hipotecas, bursatilizarlas y evitar el ries=
go,
casi con total autonomía de la capacidad de pago de los acreditados. De esta
forma, las instituciones financieras emprendieron operaciones de crédito a =
corto
plazo con pasivos excluidos de sus balances (CEPAL, 2009). Esto abrió una i=
ngente
fragilidad del sistema financiero de Estados Unidos y de la economía global=
.
La crisis se originó cuando decrecieron los precios de los bienes
raíces. Cuando los adeudados presentaron morosidad con los pagos de sus
hipotecas, en su mayoría, de baja calidad crediticia (subprime), este frági=
l y
casi falso sistema financiero eclosionó (Lane, 2013). La desesperación se h=
izo
viral. Como no se conocía la dimensión de los pasivos netos fuera del balan=
ce
de las instituciones financieras, se detuvo el crédito, y esto incitó la cr=
isis
sistémica (CEPAL, 2009).
La crisis que parecía un asunto doméstico de Estados Unidos, se exte=
ndió
rápido a otras regiones del globo (Chinn, 2012), especialmente, a otras
economías avanzadas como la Eurozona, Japón, Australia y Nueva Zelanda, así
como hacia las emergentes (Eichengreen, 2012). Como medida para contrarrest=
ar
esta crisis, paradójicamente, estos países de economía avanzada aplicaron p=
olíticas
monetarias de respaldo y auxilio a las instituciones financieras, medidas q=
ue
se supone son propias de los países tercermundistas, consistentes en otorga=
r facilidades
de crédito público y crédito en cantidades extraordinarias a las institucio=
nes
financieras para evitar una crisis de liquidez y ulterior estanco de la eco=
nomía
(Nayak, 2013; Tanzi, 2011). En general, el proceso de transmisión de la cri=
sis
financiera de Estados Unidos hacia otros países del mundo acaeció mediante =
el propio
sector financiero como del sector real.
Efectos de la crisis de 2008 en la economía mundial
La crisis no ha afectado, máxime ha acelerado el proceso de
globalización, especialmente en tres factores para la inserción de América
Latina y el Caribe en el mundo: (a) la profundización y desarrollo del camb=
io
tecnológico; (b) la presencia e influencia de China y otras economías
emergentes en la economía mundial y (c) el desafío del cambio climático.
La aparición y desarrollo de la crisis puso en la palestra relieve l=
a urgencia
de explorar y definir reformas en la regulación financiera y en el
funcionamiento del propio sistema financiero internacional. Estos retos se
plantean de forma imperiosa en un escenario internacional con menor crecimi=
ento
que las últimas décadas del siglo XX y de los años anteriores a la crisis de
2008 (Kelly, 2006), particularmente en las economías industrializadas, urgi=
das de
significativos ajustes en sus desbalances presupuestarios. Tanto las
condiciones actuales como el temor generado por la crisis de 2008 crean un
caldo de cultivo para el resurgimiento de medidas proteccionistas tanto de =
las
economías desarrolladas, como las emergentes, hecho, que seguramente influi=
rá
en las decisiones en política comercial de los países latinoamericanos (Fit=
zgerald,
2007).
Vulnerabilidades en la dimensión macroeconómica del mundo
En el futuro inmediato, el comportamiento de la economía mundial será
muy inferior al del período 2003-=
2007.
Las causas de tal hecho son (Rosales, 2009):
Las 34 economías de la Organización para la Cooperación y el Desarro=
llo
Económicos, OCDE, verán reducir su crecimiento potencial e incluso crecerían
bajo ese ritmo por causa de una menor tasa de inversión y un mayor nivel de
desempleo.
El comercio mundial creció a tasas inferiores a las demostradas en el
ciclo expansivo 2003-2007. Pero, entretanto, el comercio de los países
industrializados crece poco, los intercambios comerciales internacionales de
China y Asia se comportan más fluidas, sin embargo, no remontarán las cifras
alcanzadas por la bonanza del lapso previo a la crisis. - Una tendencia a mantener políticas
proteccionistas como consecuencia de la crisis, sin que se posible desmonta=
rlas
y sustituirlas por otras más viables, sanas y sostenibles, una vez que se
equilibre y recupere la economía mundial.
Una capacidad excedida de varios sectores productivos, que, a su vez,
genera una demanda internacional limitada, esto traerá como consecuencia una
mayor competitividad en el sector de oferta.
Durante el 2010-2011 la economía mundial recuperó crecimientos anual=
es
cercanos al 4%. Pero el contraste e
interesante de este escenario es que las economías industrializadas crecier=
on
alrededor de 2% contra un 6% de las economías emergentes, y en especial de =
los
BRIC’s.
La heterogeneidad en la producción también se está dando en las
economías en desarrollo pues mientras las economías asiáticas están próxima=
s a
un crecimiento de 8% en América Latina apenas se llega a la mitad de ese de=
sarrollo:
Según se ha mostrado en diversos estudios, el
desarrollo industrial de América Latina ha estado marcado desde sus inicios=
por
la coexistencia de un sector exportador y de algunas actividades manufactur=
eras
de elevada productividad, en ciertos casos comparable con la de las economí=
as desarrolladas y de una
agricultura no exportadora y servicios, en particular los correspondientes =
al
sector informal, de muy baja productividad (Capdevielle, 2005: 102).
=
Por su parte, la recuperación en las economías
industrializadas, además de ligera, sigue dependiendo temerariamente de las
medidas fiscales, monetarias y financieras aplicadas para combatir la crisi=
s,
es decir, inyecciones de capitales desde el sector estatal. Se corre el rie=
sgo
que ante una poca demanda privada, los mercados financieros vuelvan a activ=
arse,
con poca correspondencia del mercado real. Se vuelve a la creencia de la
ganancia fácil y la bursatilización rápida, sin que se hayan cumplido con l=
as medidas
financieras planteadas a fines de 2008. Aumentan las expectativas sobre la
sostenibilidad fiscal en las economías industrializadas, con niveles de déf=
icit
fiscal de dos dígitos, como porcentaje del PIB, y con deuda pública en aume=
nto
(Rodríguez y Zurita, 2008).
Las restricciones fiscales y financieras en la OCDE coartarán el
crecimiento económico. Estas medidas apuntan que resta aún un margen amplio=
de arreglo
en las carteras de las familias y de las instituciones financieras en las
economías industrializadas, específicamente en Estados Unidos, para ajustar=
sus
balances, restringir los niveles de endeudamiento (OCDE, 2008).
En consecuencia, se abre un escenario más bien restrictivo de la dem=
anda
por importaciones en esas economías, siendo idóneo que la economía mundial =
halle
nuevos resortes e incentivos de demanda. China y las demás economías emerge=
ntes
aún no hacen contrapeso a las economías industrializadas en el crecimiento =
de
la demanda global y como mercados para las exportaciones mundiales (Kelly,
2006). Aunque el peso relativo de las economías emergentes en la economía ha
crecido y sigue en aumento, esto no es suficiente para compensar el
desaceleramiento económico de Estados Unidos y la Unión Europea (Fitzgerald,
2007). En todo caso, este reacomodo del comercio mundial pone de relieve la
importancia creciente del comercio Sur-Sur.
De este modo, la economías industrializadas, enfrentarán retos
importantes como (Rosales, 2009): (a) decidir cuándo y cómo retirarán
completamente las ayudas fiscales, monetarios y financieros, sin afectar la=
´débil
recuperación; (b) la restauración de los balances financieros de familias y
entidades financieras, particularmente en Estados Unidos; (c) el control y =
la
reducción gradual del déficit fiscal y la deuda pública; (d) el restablecim=
iento
de controles regulatorios a la banca y las finanzas que impidan la repetici=
ón
de crisis tan profundas como la del 2008.
Estas medidas se han de tomar en un escenario de limitado crecimient=
o,
con tasas de desempleo cercanas al 10% en Europa y Estados Unidos y con la
subsistencia de varias de las políticas proteccionistas –comerciales y
financieras– aplicadas durante la crisis. En los próximos años, habrá menos
disponibilidad de financiamiento internacional. La fuerte disminución de la
riqueza acumulada en todo el mundo, principalmente en los países industrial=
izados,
cambió el panorama de liquidez virtualmente infinita y con bajo riesgo por =
otro
de liquidez acotada y riesgos variables. El vínculo entre los flujos
financieros y los productivos reales, así como de estos con el comercio int=
ernacional
tendrán que reorientarse (Hamel, 2008).
En consecuencia, una menor liquidez mundial llevará a una reducción =
de
los flujos de capital hacia América Latina y el Caribe y las otras regiones=
en
desarrollo (Rosales, 2009). Además, las elevadas necesidades de financiamiento de los gobiernos =
de
la OCDE competirán con las de los países en desarrollo y de las economías
emergentes (OCDE, 2008). Es probable que algunos tópico novedosos, como los
fondos soberanos de las economías emergentes y la internacionalización de l=
as
empresas chinas, pasen incursionar de forma más significativa en el nuevo o=
rden
de las finanzas internacionales dada, por una parte, la gran liquidez que h=
an
acumulado las empresas y los bancos chinos y las economías petroleras, y po=
r la
otra, la baja rentabilidad que estarían entregando los papeles del tesoro de
los Estados Unidos y otros países industrializados (Fitzgerald, 2007).
Problemática de las instituciones del comercio internacional
La crisis 2008 puso al descubierto la debilidad institucionalidad del
comercio y su poca pertinencia con los nuevos desafíos del siglo XIX. El G-=
7,
conformado por las economías más fuertes del mundo: Estados Unidos, Canadá,
Alemania, Francia, Italia, Reino Unido y Japón, fue probablemente uno de los
actores más afectados por la crisis, al quedar en evidencia que todos sus
integrantes eran vulnerables en conjunto por un error de uno de sus miembro=
s, y
dejó claro que una vez superada la recesión internacional obligaría a inclu=
ir
en la mesa de negociaciones a otros países, entre ellos las economías
emergentes (Fitzgerald, 2007).
La redimensión del G-7 al G-20 refleja el nuevo orden económico mund=
ial
al cual ha de ajustarse América Latina, suponiendo una mayor competitividad
tanto para créditos como para las exportaciones. El grupo se amplió a: Alem=
ania,
Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur,
Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Uni=
do,
Rusia, Sudáfrica, Turquía, y una representación adicional por la Unión Euro=
pea.
La tardanza de respuesta del FMI y del Banco Mundial a la crisis de
2008, así como su incapacidad para anticiparla, ha dejado en evidencia la n=
ecesidad
de reformar y fortalecer a tales organizaciones multilaterales, de tal forma
que sea vuelva eficiente y optimice la regulación financiera de los países =
que
la conforman. Adicionalmente, el f=
racaso
de las metas de la Cumbre de Copenhague sobre cambio climático devela el re=
zago
de estas instituciones frente al avance de la globalización y la innovación=
tecnológica
del comercio internacional (Friedman, 2006).
Es un asunto de gobernanza de la globalización económica, comercial y
financiera, que puede enunciarse fácilmente, pero es difícil y complejo de
cumplir, sino que los retos son muchos más: monitoreo, control y prevención=
de pandemias,
flujos migratorios, cambio climático, narcoterrorismo, estados fallidos,
guerras civiles, conflictos regionales, preservación del medio ambiente.
La innovación y del cambio tecnológico: la clave de la economía glob=
al y
el comercio internacional actual.
El impacto de la innovación tecnológica actual está perfilando los e=
scenarios
competitivos de un sinnúmero de sectores productivos. Este vertiginoso camb=
io
tecnológico radica en una variedad de tecnologías de la información y de las
comunicaciones que de forma orgánica están redibujando la economía global y,
por ende, el comercio internacional (Kelly, 2006). El espectro integra: la
biotecnología, nanotecnología, desarrollo de nuevos materiales y fuentes
energéticas renovables (Rosales, 2009).
Estas tecnologías son transdisciplinarias y están transformando
completamente la producción y los servicios, induciendo innovaciones de
procesos, productos y modelos de negocios (Friedman, 2006; Rosales, 2009). =
Los
estados que se adapten y respondan a estos desafíos, posibilidades y
oportunidades de esta innovación tecnológica podrán tener un mejor
desenvolvimiento en la globalización y una presencia más activa en el comer=
cio
internacional (Hamel, 2008). Pero es justo en este terreno donde los países=
de
América Latina, tanto del sector público como privado tienen más resistenci=
as:
no invierten en los intangibles, verbigracia, la innovación y la
tecnología.
La innovación tecnológica en los procesos productivos cada vez es más
intrínseca o biunívoca con la competitividad. El poco acceso al financiamiento interna=
cional
incide negativamente en las inversiones a largo plazo (energía y minería), =
o en
los sectores que necesitan un alto nivel de inversión para ser competitivos
desde el campo tecnológico (manufactura).
La debacle financiera dejó a sectores productivos con exceso de
capacidad, que tiene como contraparte una demanda escasa, lo que lleva a la=
conformación
de oligopolios mediante el proceso de fusiones y adquisiciones de empresas.
Adicionalmente, la pérdida de valor de activos ha ocasionado la capitalizac=
ión
fácil de quienes tenían capacidad de compras. La etapa posterior a la crisi=
s tiene
una tendencia a un mayor nivel de concentración económica y destacará la
importancia de las políticas de competencia en las economías nacionales y e=
n el
comercio internacional (Hamel, 2008).
Es perentorio renovar los modelos de negocios productivos y de comer=
cio
exterior basados en la innovación tecnológica. En un escenario global con u=
n comercio
internacional ralentizado y limitado financiamiento externo, altamente comp=
etitivo
y políticas proteccionistas de los estados nacionales, la reacción previsib=
le de
las empresas es: reducir costos, posponer inversiones, medidas inmediatista=
s, y
defensa de sus principales mercados y clientes (Rosales, 2009). Sin embargo=
, esto
necesariamente debe ir acompañado de una reingeniería del modelo de negocio=
s a
largo plazo. A este respecto cabe destacar:
En la visión de Prebisch, la importancia de las
asimetrías que caracterizan el sistema económico internacional implicaba, en
cualquier caso, el reconocimiento de que la responsabilidad en el desarrollo
descansa, en última instancia, sobre los países en desarrollo. La correcció=
n de
estas asimetrías contribuía a construir un "ambiente facilitador"
para los esfuerzos por generar un "desarrollo desde dentro" (Ocam=
po, 2001:
8).
Es imperioso descubrir y aprovechar las nuevas oportunidades mediante
una adecuada innovación tecnológica tanto de los procesos productivos como =
el diseño
organizacional, que contribuyan a develar las ventajas competitivas de las
empresas, para lo cual sin duda es imprescindible un avezado conocimiento
mercadológico. La prospectiva para configuración de un nuevo portafolio de
negocios es más fructífero que deslocalizar la cadena de producción, más que
esta acción, se trata de analizar =
cómo las
cadenas globales y regionales de valor se redefinen de acuerdo con (Rosales,
2009): (a) la capacidad de recuperación de las diversas economías frente a =
la
crisis, (b) el acceso a materias primas escasas, (c) revalorización de vent=
ajas
geográficas o logísticas (ventajas comparativas), como por ejemplo, la prox=
imidad
a los principales centros de consumo, o de la presencia de talento en disci=
plinas
tecnológicas determinadas.
Es menester trascender los retos de la globalización antes de la cri=
sis
de 2008, pues hay desafíos nuevos cuya única respuesta está en la investiga=
ción
tecnológica emparentada con estrategias de marketing para acceder o crear
nuevos mercados allende a las fronteras, crear valor en las cadenas de
producción mediante innovación, y la capacidad de reingeniería para adaptar=
se a
estos cambios en un mundo con restringidos financiamientos, alta competitiv=
idad
y estados recelosos y proteccionistas.
Se está asistiendo a una marcada tendencia a establecer y desarrolla=
r la
producción mediante a cadenas globales de valor. Esto alude a la segmentaci=
ón
geográfica de los procesos productivos, a través del beneficio de la
digitalización de las tareas, una creciente internacionalización y
comercialización de los servicios y la disminución de los costos de transpo=
rte
y logística. Las empresas marchan en el marco de una cadena de producción m=
undial
y funcionan como una unidad, ya que, se comunican gracias a internet. Los p=
rogresos
tecnológicos traen aparejados rediseños de la organización de la producción=
que
replantea lo geográfico.
Ha surgido la organización extendida, es decir el traslado de una pa=
rte
de la producción al exterior con control estricto de la empresa matriz, de =
allí
que cada vez más la producción, la innovación, el marketing y el comercio i=
nternacional
son procesos simultáneos e interdependientes. (Hamel, 2008) Otras formas de
organización no tan recientes son el outsourcing o el insourcing. Todo este
escenario es posible gracias a las políticas librecambistas y la apertura
gradual de los mercados nacionales al comercio y las inversiones, mediante =
la
cesación de aranceles (Kelly, 2006), aunque aún haya medidas proteccionistas
afianzadas por la crisis de 2008 que mantienen aranceles preferenciales en =
los
bloques regionales.
La progresiva integración de las economías en este mercado global
manifiesta un escenario diverso de oportunidades y amenazas para empresas,
sectores, países y regiones (Kell=
y,
2006). De acuerdo con Bekerman y Sirilin (1995: 66): “el conocimiento y el
avance científico técnico son factores que determinan el desarrollo de nuev=
as
ventajas comparativas”.
Es notorio que el desarrollo de los países dependerá cada vez más de=
la
capacidad de moverse en un escenario donde la inversión, el marketing, la
producción, la rentabilidad están transversalizadas y relacionadas por la
innovación tecnológica. En efecto, la innovación y las nuevas tecnologías b=
rindan
nuevas oportunidades para recortar la brecha con los países industrializado=
s,
si sabe esquivar las medidas proteccionistas, sin dejar de incentivar, al m=
enos
temporalmente aquellos sectores donde se sea competitivo a nivel mundial, o=
se
posea ventajas comparativas o competitivas para atender o crear mercados en=
el
extranjero (nichos de mercado). Esta es la estrategia que deben implementar=
los
países de América Latina. En este contexto, se subraya:
En países con mercados pequeños (sin empresas lo
suficientemente grandes como para alterar las reglas de la competencia
estratégica internacional), aún existe la posibilidad de aplicar políticas
comerciales en aquellos sectores con rendimientos normales que utilizan
economías de escala indirectas vinculadas, por ejemplo, al transporte y a la
comercialización internacional (Bekerman y Sirilin, 1995: 73).
Lo anterior supone un inmenso esfuerzo en el
interior de los países latinoamericanos para fortalecer el talento humano y=
la configuración
de redes internacionales de innovación y negocios tecnológicos, asociando la
estructura productiva y exportadora con investigaciones en innovación y
conocimiento; sobre todo las relacionadas a la nanotecnología, biotecnologí=
a,
nuevos materiales, energías sostenibles, informática, telemática, reingenie=
ría
organizacional. Todo esto incorporando la prospectiva y el marketing que
permitan identificar posibles nichos de mercado a partir de ventajas
comparativas y competitivas de empresas, sectores o países.
Tal reto es posible si se incorpora la innovación tecnológica a las
actividades productivas, para lograr mayor productividad, trascender y supe=
rar
la heterogeneidad estructural (reduciendo así las brechas internas de
productividad e ingresos) propia de los países latinoamericanos. En este
sentido, cabe destacar:
tal desigualdad estaba determinada por las
diferencias tecnológicas existentes entre un grupo reducido de actividades =
productivas,
cuyas prácticas se hallaban próximas a la frontera del conocimiento, y un g=
rupo
más numeroso de actividades, en que predominaban condiciones productivas y
tecnológicas atrasadas, que empleaban en forma ineficiente los factores
productivos y pagaban bajas remuneraciones (Capdevielle, 2005: 101).
La competitividad es sistémica, pues la innovac=
ión
productiva debe contener todo el contexto donde se inscriben las empresas: =
la
infraestructura, la tecnología, energía y transporte; el sistema educativo;=
las
relaciones entre empleadores y empleados; el aparato institucional público y
privado y la red financiera. La impronta sistémica de la competitividad req=
uiere
beneficiar la integración del sistema productivo y la homogeneización gradu=
al
de los niveles de productividad de los sectores y al interior de ellos: “la
heterogeneidad estructural refleja la incapacidad de un modelo de desarrollo
dado de difundir las prácticas productivas y tecnológicas óptimas, hacer un=
uso
eficiente de los factores y beneficiar a sus propietarios con una retribuci=
ón adecuada”
(Capdevielle 2005: 101).
La colaboración e integración regional es fundamental para optimizar=
la
competitividad, ya que los retos de la nueva economía mundial trascienden l=
as
capacidades nacionales. Es necesario aprovechar los bloques de integración
latinoamericanos para ir de forma concertada y estratégica frente a los for=
os
internacionales donde no solo escaso financiamiento (OCDE, 2008), sino la
competitividad tradicional del G-20 más la competencia reciente de los BRIC=
´s.
De hecho, una óptima contribución permitiría congeniar y armonizar l=
os
esfuerzos para obtener los niveles de calidad, escala y productividad
requeridos en la economía global. Es necesario que los bloques regionales a=
bran
espacios para la formación, captación, intercambio y aprovechamiento del
talento, artífice de la innovación tecnológica creadora de valor en las cad=
enas
de producción mundiales. Así mismo, los países latinoamericanos eventualmen=
te
se beneficiarían de los bloques de integración regionales para intercambiar
experiencias sobre iniciativas exitosas de innovación, competitividad y con=
certación
de políticas entre actores públicos y privados.
Conclusiones
La crisis financiera de 2008 trajo un cambio radical en la economía =
del
mundo. El exceso de confianza de la economía robusta de Estados Unidos llev=
ó al
sector financiero de ese país a aplicar estrategias de bursatilización rápi=
da
de créditos, muy próximos a la corrupción, hecho que fue posible por la omi=
sión
de las regulaciones en el otorgamiento de créditos. Este desliz, junto a ot=
ros
factores, creó una burbuja financiera que llevó a una crisis económica mund=
ial
resultando la Eurozona, Japón, Australia y Nueva Zelanda afectados, y en me=
nor
medida, los BRIC´s y los países de la periferia. Tal situación ha creado el
retorno de medidas proteccionistas y de inyección de capital al sector banc=
ario
por parte del estado en los países industrializados, reduciendo así el
financiamiento internacional.
La crisis financiera de 2008 también dejó al descubierto la fragilid=
ad
de la institucionalidad financiera internacional, sobre todo el FMI y el Ba=
nco
Mundial quienes no pudieron prevenir la crisis y no reaccionaron de forma
acertada ante esta. Incluso, a más de diez años de la crisis económica mund=
ial,
aún la bursatilización inmediata de créditos e instrumentos financieros sig=
ue
siendo una tentación y opción para muchos inversionistas y negociantes de l=
os
países industrializados. La resulta de todo este escenario es una reducción=
del
crédito o financiamiento exterior para América Latina.
Para la región latinoamericana se suman los desafíos previos a la cr=
isis
de 2008 y posterior a ella, entre las que destacan la competitividad
tradicional del G-20 (OCDE, 2008), la nueva competitividad y posicionamient=
o de
los BRIC’s, menor financiamiento exterior, medidas proteccionistas de las
grandes economías, e introducción de la innovación tecnológica en las caden=
as
de producción mundial.
Este escenario no les deja otro camino a los países de América Latin=
a que
superar la heterogeneidad estructural, mediante la inversión de investigaci=
ón e
innovación tecnológica de los procesos productivos, los diseños
organizacionales, la mercadotecnia, para identificar o crear nichos de merc=
ados
donde se pueda ser competitivo en el concierto del comercio internacional. =
La
innovación tecnológica ha de servir para crear nuevos mercados, conquistar
otros o competir desde ventajas comparativas añadiendo valor a las cadenas =
de
producción mundial; lo cual es solo posible mediante investigaciones en el =
área
de la biotecnología, nuevos materiales, nanotecnología, informática,
telemática, energías ecológicas y optimación del sector manufacturero, entre
otros.
Es la hora de buscar o crear oportunidades mediante la captación y
aprovechamiento del talento que logre usar la innovación tecnológica como e=
je
transversal de la producción, la reingeniería organizacional, el diseño de
portafolios de negocios, la creación u ocupación de nichos de mercado
(marketing); es decir, el comercio internacional definitivamente dejó de ser
una actividad posterior y que surgía como una fase avanzada de las empresas
cuando ya tenía excedentes o habían cubierto las demandas del mercado nacio=
nal;
al contrario, el comercio internacional hoy día es una actividad simultánea=
con
la producción y el marketing. La innovación tecnológica es la clave para
realizar esta compleja y urgente sinergia, y, por ende, necesita inversión
tanto pública para los sectores potencialmente competitivos y por parte de =
los
accionistas que no están consciente de la importancia que ha adquirido la
innovación y desarrollo tecnológico en la actual fase de globalización.
Para lograr tal cometido es importante que, en los bloques regionale=
s de
integración de América Latina, la inversión en innovación y la captación de
talento humano sean temas de agenda y de concertación para poder incursionar
exitosamente en una economía mundial más competitiva y con menor flujo de
financiamientos. Es hora de ser estrategas desde la empresa, los sectores, =
los
países y los bloques regionales de integración de América Latina.
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PARA
CITAR EL ARTÍCULO INDEXADO.
Curillo González, E.=
E.
C. G., Espinoza Espinoza, W., & Estrada Carrera, F. M. (2019). La inver=
sión
en innovación tecnológica: la clave de América Latina frente al escenario
global post crisis. Visionario Digital, 3(3), 223 - 240.=
https://doi.or=
g/10.33262/visionariodigital.v3i3.671
El
artículo que se publica es de exclusiva responsabilidad de los autores y no
necesariamente reflejan el pensamiento de la Revista Visionario Digital.
El artículo queda en propiedad de la revista y, por tant=
o,
su publicación parcial y/o total en otro medio tiene que ser autorizado por=
el
director de la
Revista Visionario Digital.
<=
![if !supportFootnotes]>[1] Consejo de la
Judicatura Esmeraldas, Esmeraldas, Ecuador, enma.curillo@funcionjudicial.go=
b.ec
<=
![if !supportFootnotes]>[2] Universidad de Guayaquil, Guayaquil, Ecuador, wendy.espinozaes@ug.edu.ec
<=
![if !supportFootnotes]>[3] Universidad de Guayaquil, Guayaquil,
Ecuador, flor.estradac@ug.edu.ec
=
ISSN: 2602-8506
Vol. 3, N°3=
., p.223
- 240, julio - septiembre, 2019