Nihonjinron:
la japonización de la cultura y la sociedad
Israel A. Almeida Molina.&
Dra. Maria Elena Álvarez Acosta.
Resumen. =
DOI: https://doi.or=
g/10.33262/concienciadigital.v1i3.901
=
El
presente Trabajo se enfoca en la sociedad japonesa. Se precisa analizar la
situación en la que se encuentra y cómo ha sido capaz de ajustar, en su pro=
pio
beneficio, sus límites culturales y mantener, así, su sentido de identidad
frente a intentos de imposición. En este sentido, se destaca la tensión ent=
re
la voluntad de las industrias culturales japonesas de promoción de un produ=
cto
con valores híbridos y el interés gubernamental nipón de difusión de un mod=
elo
monolítico de cultura basado en la homogeneidad e inspirado en los preceptos
del nihonjinron (niponizac=
ión),
en una nación y sociedad donde conviven la tradición y la modernidad, en la=
que
se incorporan y renuevan los avances de los países occidentales y que forta=
lece
su papel en la arena internacional.
Palabras claves: Nihonjinron (niponización=
o japonización), cultura, sociedad, Japón.
Abstract.
This Work focuses on Japanese society. =
It
is necessary to analyze the situation in which it is located and how it has
been able to adjust, for its own benefit, its cultural limits and thus main=
tain
its sense of identity in the face of imposition attempts. In this sense, the
tension between the will of the Japanese cultural industries to promote a
product with hybrid values and the Japanese interest of diffu=
sion
of a monolithic model of culture based on homogeneity and inspired by the
precepts of nihonjinron (n=
iponization)
), in a nation and society where tradition and modernity coexist, in which =
the
advances of Western countries are incorporated and renewed and that strengt=
hens
their role in the international arena.=
Keywords: Nihonjinron (Japanese or Japa=
nese), culture, society, Japan.<=
/span>
Introducción.
Se podría suponer qu=
e la
extensión y el traslado de distintas formas culturales y sociales a diferen=
tes
lugares del mundo producen, necesariamente, una homogeneización de contenid=
os
en una cultura común, unificada e integrada. Además, las teorías acerca del
imperialismo cultural y el imperialismo mediático asumen que las culturas
locales son expulsadas casi a golpes de existencia, mediante la proliferaci=
ón
de bienes de consumo, las publicidades y los programas masivos catapultados
desde el Occidente (y en gran medida desde los Estados Unidos). Pero obvian=
el
factor tradicional y la capacidad asimiladora (y no precisamente reproducto=
ra)
de las sociedades.
Derivado a estos
procesos de transformación social, se inician los importantes esfuerzos
realizados por los pensadores de las distintas escuelas por articular marcos
teóricos y metodológicos para entender los procesos de transformación, camb=
io y
adaptación de las sociedades, las cuales han seguido evolucionando
incesantemente con el paso del tiempo. De este punto parten una serie de
teóricos que analizan la forma en que visiones occidentales se han impuesto=
en
el resto del mundo, pero que no parecen creer que las sociedades “exóticas”
sean capaces de asimilar desde su tradición lo que viene desde Occidente.
En este sentido, el
objetivo de este Trabajo Investigativo es explorar cómo el nihonjinron
(japonización o niponizaci=
ón)
de la cultura se comporta en el marco de las teorías globalizadoras a lo in=
terno
y lo externo de Japón.
Para ello, en el
transcurso de la investigación, se emplearon tanto métodos teóricos como
empíricos, con el objetivo de ponderar en todo momento la objetividad e
integralidad del análisis. Asimismo, prevaleció como enfoque general, el mé=
todo
dialéctico-materialista.
Desarrollo
Epígrafe 1 – Carácter
histórico y cultural híbrido del pueblo nipón: tradición y modernidad.
La mayoría de las
teorías globalizadoras se nos muestran como autorepres=
entaciones
de un dominador particular. Muchos de los supuestos occidentales sobre el
mundo, dados por sentado, tienen un poder inmenso y su cualidad de “obvieda=
d”
no alienta la posibilidad de un diálogo. ¿Pero qué ocurre cuando encuentran
resistencia? De aquí parten una serie de teóricos que abordan las maneras en
que Occidente ha sido capaz de imponer su particular visión del “Otro exóti=
co”
en las partes más distantes del mundo. (King, 1995).
Desde el punto de vi=
sta
histórico, el desarrollo de Japón posee las influencias y características m=
ás
avanzadas del continente asiático primero, y de Europa y Estados Unidos
después. Algunos autores explican esta ambivalencia señalando que la cultura
japonesa llega a adoptar deliberadamente el marco dominante, aceptando así =
la
falta de autenticidad en el origen, pero redefiniéndose y desmarcándose de =
su
antecesor al facultar a dicho marco de una conciencia doméstica. (Matsui, 2=
007)
Luego, para entender=
el
carácter histórico y cultural híbrido del pueblo nipón, es necesario analiz=
ar
cuatro momentos claves que han marcado su evolución y su relación con el mu=
ndo:
1.&n=
bsp;
Los albores de su
formación local reflejada en el aislacionismo geográfico, además de la
formación de su Estado y las influencias externas como moldes de su desarro=
llo
histórico.
Debido a la cerrazón=
de
la comunidad tribal japonesa del siglo VI, los horizontes de la sociedad er=
an
fundamentalmente locales. En el Este del continente asiático, la cultura
japonesa, aunque recibía influencias de otras civilizaciones milenarias com=
o la
India y China, alcanzó un desarrollo suigéneris; pues, por ejemplo, su
situación geográfica la mantuvo protegida de conflictos que pudieran deform=
ar
su estructura de desarrollo autóctona. Este múltiple aislacionismo, influyó
fundamentalmente en la formación del carácter cultural japonés. Esto se tra=
dujo
en la formación de un sistema feudal y su significado histórico en términos=
del
desarrollo, con características propias de sus procesos socioeconómicos.
(Takahashi, 1986)
2.&n=
bsp;
Edo Jidai,
la ruptura del orden feudal; la crisis interna; la presión extranjera y el =
fin
del sistema Tokugawa.
Desde el siglo XVI, =
la
influencia europea permeó la forma de vida de los japoneses, por medio de la
introducción de ideas cristianas de las misiones católicas provenientes de
Portugal y España particularmente. Sin embargo, para 1639 la mayoría de los
occidentales fueron expulsados por el Shogunato=
de Tokugawai. Las razones no fueron de corte religioso
esencialmente, sino comercial ya que los occidentales representaban una
competencia para los daimyos.
En el periodo Edo
(1603-1868), se estructuran muchos de los rasgos que conforman la sociedad
japonesa actual, es decir: su modo de pensar, su escala de valores, su cond=
ucta
social y sus instituciones públicas. Prueba de esto es la segmentación del
tejido social en: la clase gobernante samurái, la agrícola y la ciudadana
(artesanos, mercaderes y comerciantes). Todo esto se da previo a su apertura
paulatina hacia el exterior en el año 1854 con la firma del tratado de Kana=
gawa
que se hace efectivo en su totalidad en la época Meiji. (Gordon, 2003)
3. La época Meiji como restauración del poder imperial y la
renovación de las estructuras sociales como antesala del expansionismo japo=
nés
de finales del siglo XIX y principios del XX.
El proceso de modernización política de Japón se dio mucho
más acelerado que en Europa occidental. A principios de 1870, el gobierno
comenzó a abolir las estructuras remanentes del feudalismo. De la misma man=
era,
el viejo sistema administrativo se modificó.
La renovación Meiji
(1868-1912) presentó cambios significativos en lo social y económico. Se
caracterizó por la creación de estructuras militares y constitucionales, así
como por una política exterior modelada, en la práctica, por Europa y los
Estados Unidos de finales del siglo XIX. Por su parte, el gobierno proveyó =
la
infraestructura necesaria en la banca, transporte, comunicaciones, sistema =
de
educación y sistema de leyes para la modernización del país. Un factor que
sobresale en este periodo es la contratación por parte del Gobierno japonés=
de
expertos extranjeros (en casi todas las áreas) con el objetivo de introducir
conocimiento y técnicas de otros países avanzados, una doctrina que se
desarrolló con el nombre de conocimiento universal y que influyó definitiva=
mente
en cómo la cultura japonesa comenzó a adaptar en su estructura los patrones
occidentales, pero sin perder su esencia. (Muto, 1996).
En este período, Jap=
ón
se benefició de la ventaja de su alianza estratégica con las potencias
capitalistas occidentales que buscaban consolidarse como hegemones
en el área. Las implicaciones económicas se ven reflejadas en la transforma=
ción
de Japón en un gran país industrial y rápidamente, en su evolución
imperialista.
En esta época de auge
económico y vertiginosa modernización industrial, Japón aprendía de Occiden=
te,
al tiempo que competía con este por los mercados más importantes del mundo.=
El
surgimiento de los zaibatsuz y la expansión de =
la
influencia comercial japonesa, proyectaron hacia lo interno y al exterior de
Japón una imagen que comenzó a rivalizar con los patrones económicos y
culturales supremacistas que promovían los países occidentales.
En esencia, fue su
tradición aislacionista, su vertiginosa entrada en el mundo monopolista y su
rápido ascenso como poder dominante en el área, los que propiciaron la
conformación y cristalización de un nacionalismo con carácter expansionista=
que
repelía la influencia de poderes externos en un área que fue considerada co=
mo
“el espacio vital” del imperio japonés. (Maruyama, 1969).
4. El Militarismo, la Segunda Guerra Mundial y la Posguerra.=
El auge del militarismo japonés ocurre en un nuevo escena=
rio
de alianzas con Occidente. El ascenso de Alemania en la arena económica y
política internacional, la competencia económica y geopolítica con la URSS,=
los
resultados de la invasión japonesa a Manchuria en 1932 con la expulsión de
Japón de la Liga de las Naciones, determinaron e=
n gran
medida que el militarismo japonés integrara concepciones del modelo alemán =
en
sus dinámicas de producción y desarrollo, apoyando a las industrias
estratégicas, en donde figuraban las dedicadas a la producción armamentista=
.
Es entonces que se
produce la segunda guerra mundial. Momento de inflexión en nuestro análisis=
.
La derrota de Japón =
en
el conflicto, la manera en que experimentó el arma más destructiva en la
historia de la humanidad, el modo en que la rendición de su Estado fue sentenciado por el emperador, y la manera en la que el
territorio fue ocupado por los Estados Unidosiii,
conformaron el proceso de cambio más radical en la mentalidad y forma de vi=
da
japonesas. Sin embargo, las transformaciones encontraron, una vez más, una =
base
sólida de tradiciones que no pudieron ser desarticuladas. (Togores Sánchez,
2000)
Epígrafe 2 - La japonización entre las teorías globalizadoras.
Universalización y trivialización de la cultura japonesa en Occidente
El resultado de este
proceso es un movimiento multicultural que acepta y promueve la
intercomunicación con otras culturas a través de la globalización y que, sin
dejar de lado la tradición, apuesta por manifestaciones lejanas a la
caracterización de la sociedad japonesa como una sociedad única y homogénea=
. En
este sentido, resulta interesante señalar la evidente tensión entre la volu=
ntad
de las industrias culturales japonesas de promoción de un producto con valo=
res
híbridos y el interés gubernamental nipón de difusión de un modelo monolíti=
co
de cultura, basado en la homogeneidad, e inspirado en los preceptos del nihonjinron (niponización=
).
Esto tal vez sugiera=
que
el contraste sociológico de base entre tradición y modernidad no resulta tan
útil, pues no puede ser analizado con facilidad en la presunta lógica de
desarrollo de la modernización. Pero eso sería caer nuevamente en una mirada
Occidental del fenómeno. En efecto, se sabe que Japón se las ingenió para un
imponer un proyecto particularista de modernidad y que ha sido capaz de
protegerlo en contra de los desafíos universalistas. Lo anterior nos revela=
la
persistente importancia de los factores culturales en el desarrollo de los
estados-nación, pero también de cómo esto influirá en sus relaciones con ot=
ros
estados-nación. (Sakai, 1989)
En este sentido, es
insuficiente asumir que las culturas no occidentales cederán, simplemente, =
ante
la lógica inexorable de la modernidad y que adoptarán formas occidentales.
Asimismo, no es razonable concebir las formulaciones de particularidad naci=
onal
como meras reacciones de respuesta ante la modernidad occidental. Es decir,=
la japonización, ya sea desde el punto de vista históric=
o o
sociológico, es más que una respuesta o una reacción ante la occidentalizac=
ión.
Este es precisamente=
uno
de los problemas que aparece al intentar formular una teoría acerca de la <=
span
class=3DSpellE>japonización, el de adoptar una lógica totalizante y =
asumir
que un proceso maestro de integración global está en marcha, que devorará a=
l resto
y tornará al mundo en un ámbito más unificado y homogéneo.
Pero Japón, como ima=
gen
universal y experiencia vicarial, ha demostrado lo opuesto. Dicha imagen se=
ha
copiado e implementado en muchísimas de las facetas de la cotidianidad,
dependiendo centralmente de la concepción de un imaginario que no se alimen=
ta
de la experiencia real, aunque fuese mínima, pues responde en forma exclusi=
va a
la oferta mediática de anime, películas, literatura, fotografías o simples
referencias que van a parar, no al acervo informacional que busca una
organización racional (como el conocimiento escolarizado) para su investiga=
ción
posterior, sino a la colección de sentimientos y construcciones ideales.
Lo anterior se tradu=
ce
en un Asia que está de moda en Occidente. Lo japonés se destila y vende bie=
n,
en tanto se asiste a una trivialización de su cultura en el mercadoiv:
champú zen, ceniceros que son jardines secos en miniatura, budas transparen=
tes,
una fascinación inusitada por la soja o prendas de vestir con garabatos que=
pretenden
hacerse pasar por caracteres japoneses y que desde luego no existen en Asia
Oriental.
Frente a este escena=
rio,
la sociedad japonesa, como todas las sociedades del mundo desarrollado, bai=
la
al ritmo que marca la globalización, pero con su propio estilo: no por ello
desaparece su idiosincrasia. Más bien poco a poco van modificándose los
antiguos usos y sin violencia ni esfuerzo adapta, el pueblo japonés, al med=
io
en el que vive. (Morris-Suzuki, 2008)
Japón ha mantenido d=
esde
esa instancia a la actualidad un modelo de estado confuciano y una sociedad
donde conviven la tradición y la modernidad, incorporando y renovando los
avances de los países occidentales y apoyándose en el poder de sus aliados
estratégicos para fortalecer su papel en la arena internacional. De manera
general, es uno de los pocos países que ha logrado aprender y aprehender las
lecciones de su pasado y aprovechar, como en el judo, la fuerza de sus
oponentes para compensar sus debilidades.
Precisamente, el nihonjinron surgió de la búsqueda identitaria y de an=
álisis
del pueblo japonés, pero fue usado como herramienta nacionalista. Después d=
e la
derrota en la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, se alzó como herramienta=
del
nacionalismo más benigno (y no militarista) y se centró en el objetivo de
responder a la pregunta “quién son los japoneses” para destacar aquellos
conceptos que diferencian al pueblo japonés del resto de pueblos y países y=
que
por lo tanto lo hacen único y singular.
Y aunque es
increíblemente interesante leer las explicaciones de conceptos como el amae o dependencia, la organización grupal, las duali=
dades
de tatemae- honne y
uchi-soto, lo cierto es que no podemos perdernos en estas descripciones. Nihonjinron debería ser una herramienta para extraer =
los conceptos
básicos de la sociedad japonesa y no tanto como una demostración de la
singularidad, homogeneidad o, especialmente, superioridad del pueblo japoné=
s.
Leer estudios sobre =
la
teoría nihonjinron es profundamente enriquecedo=
r para
conocer las características del pueblo japonés. Pero siempre requerirá de
nosotros, como externos, una visión objetiva de nuestras propias sociedades,
grupos y características.
Conclusiones
· =
El Nihonjinron,
no puede ser visto exclusivamente como un proceso reactivo ante el avance d=
e la
occidentalización. Esto solo equivaldría a negar la originalidad de la cult=
ura
milenaria japonesa y de su adaptación continua, tanto a su ambiente natural=
y
posición geográfica, como a los complejos procesos socioeconómicos y políti=
cos
que han caracterizado su devenir histórico, desde mucho antes de su contacto
con Occidente.
· =
La japonización<=
/span>
como proceso sociológico, se encuentra profundamente arraigado en la socied=
ad
nipona desde sus orígenes, la cual ha logrado asimilar para sí, acorde a ca=
da época
histórica y al desarrollo de sus fuerzas productivas, los avances técnicos y
científicos más novedosos, primero de Asia, y luego de Europa y Estados Uni=
dos.
Pero dicha asimilación no significó, de ninguna manera, reproducción o calc=
o;
sino más bien, comprensión, inspiración, apropiación y creación de un produ=
cto
totalmente original, afín a la realidad japonesa.
· =
Los actuales Estado, Nación y sociedad
japonesa, inmersos en un mundo globalizado, se han colocado entre las poten=
cias
económicas más poderosas del sistema internacional y han desarrollado un
capitalismo monopolista sui géneris. Sin embargo, es en su desarrollo, con =
el
avance de los monopolios culturales y comerciales, que la modernidad y la
tradición que han unido su cultura enfrentan la dicotomía que podría amenaz=
ar
su complementariedad: la tensión entre la voluntad de las industrias cultur=
ales
japonesas que promueven un producto con valores híbridos, y el interés del
gobierno japonés, que pretende difundir un modelo monolítico de cultura bas=
ado
en la homogeneidad e inspirado en los preceptos del ni=
honjinron
(niponización).
=
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