MIME-Version: 1.0 Content-Type: multipart/related; boundary="----=_NextPart_01D49BB0.4370EAD0" Este documento es una página web de un solo archivo, también conocido como "archivo de almacenamiento web". Si está viendo este mensaje, su explorador o editor no admite archivos de almacenamiento web. Descargue un explorador que admita este tipo de archivos. ------=_NextPart_01D49BB0.4370EAD0 Content-Location: file:///C:/1F201A59/Volumen4Articulo_19.htm Content-Transfer-Encoding: quoted-printable Content-Type: text/html; charset="windows-1252"
El umbral entre la mendicidad y el trabajo infantil,
caso
familias inmigrantes de Quisapincha Tungurahua.
El
umbral entre la mendicidad y el trabajo infantil caso, familias inmigrantes=
de
Quisapincha Tungurahua.
María Eulalia Alvear. Lcda. [1]<=
span
style=3D'mso-bookmark:_Toc440896899'>, Juan Carlos Sarmien=
to
Saavedra. MSc. [2]<=
span
style=3D'mso-bookmark:_Toc440896899'>, Andrea Alejandra Santana Torres. =
Ing. =
[3]<=
span
style=3D'mso-bookmark:_Toc440896899'>=
,Ramiro
Enrique Guamán Chávez. MSc. [4]<=
span
style=3D'mso-bookmark:_Toc440896899'>
=
https://doi.org/10.33262/cienciadigital.v2i1.20
/index.p=
hp/CienciaDigital/article/view/13/13
Abstract.=
The present investigation addresses the diffuse
threshold between begging and child labor in the Metropolitan District of
Quito, DMQ, exercised by migrant families of the Quisa=
pincha
parish, Tungurahua province; research that is part of the field of social
sciences, particularly cultural anthropology; confirming the hypothesis that
begging and child labor -understood as a single practice-, are exercised by
this group of families as a temporary strategy of social insertion into the
dynamics of the city until achieving the incorporation of adults into the l=
abor
market ; situation that involves children and adolescents. The research is
relevant because it addresses begging and child labor as an integrated whol=
e in
the problem of families in their process and effort to articulate the dynam=
ics
of the city of Quito. Place on the table the discussion about these survival
practices, on the one hand, and the actions aimed at eradicating them,
progressively, from the different instances of the state apparatus, on the =
other;
whose results are not as expected. The treatment of the subject required a
methodological approach through what Rosana Guber
(2001), poses as a reflective participatory observation, in addition to the
collection of data through interviews and surveys thus achieving, build the
cultural universe of study.
Resumen.
La
presente investigación aborda el difuso umbral entre la mendicidad y el tra=
bajo
infantil en el Distrito Metropolitano de Quito, DMQ, ejercidos por familias
migrantes de la parroquia Quisapincha, provinci=
a de
Tungurahua; investigación que se enmarca en el campo de las ciencias social=
es,
particularmente de la antropología cultural; confirmando la hipótesis de qu=
e la
mendicidad y el trabajo infantil -entendidos como una sola práctica-, son
ejercidos por este grupo de familias como una estrategia temporal de inserc=
ión
social a la dinámica de la ciudad hasta lograr la incorporación de los adul=
tos
en el mercado laboral; situación que
involucra a niños, niñas y adolescentes. La investigación tiene
relevancia porque aborda la mendicidad y el trabajo infantil como un todo
integrado en la problemática de las familias en su proceso y esfuerzo por
articularse a la dinámica de la ciudad de Quito. Coloca en el tapete, la
discusión sobre estas prácticas de supervivencia, por un lado, y las accion=
es
dirigidas a erradicarlas, de manera progresiva, desde las diversas instanci=
as
del aparato estatal, por otro; cuyos resultados, no son los esperados. El
tratamiento del tema requirió de un abordaje metodológico mediante lo que
Rosana Guber (2001), plantea como una observación participativa reflexiva,
además de la recolección de datos realizada a través de entrevistas y encue=
stas
logrando así, construir el universo cultural de estudio.
Palabras Claves: Umbral –
Mendicidad - Trabajo Infantil – Migración - Economía informal
Introducción.
Abordar el problema de la mendicidad en el
Distrito Metropolitano de Quito, DMQ, ejercida por personas que migran de la
parroquia Quisapincha, como una estrategia de
inserción social a la dinámica de la ciudad de acogida; permite comprender,=
el
despliegue de las capacidades de los integrantes de las familias que han
decidido cambiar de lugar de residencia; entre los que se incluyen a niños,
niñas y adolescentes cuyo papel es fundamental en la obtención de recursos;
hasta que los responsables –padres, madres o abuelos– logren insertarse en =
el
mercado laboral.
El desconocimiento de los patrones cultural=
es,
la clara marginación de la que son objeto y la carencia de los recursos
indispensables para incorporarse en el mercado formal convierten, a estas
familias y a sus prácticas de supervivencia en marginales, informales e,
inclusive, objeto de claras políticas represivas que impiden que obtengan l=
os
recursos para llevar una vida digna como lo establece el numeral 2 del artí=
culo
66 de la Constitución vigente.
Los datos de la OIT muestran la trascendenc=
ia
del trabajo infantil ya que, actualmente, aún existen 352 millones de niños=
y
niñas entre 5 y 17 años que trabajan en el mundo; de los cuales, 17,4 millo=
nes
lo hacen en América Latina y, de estos, el 70%(1=
2,18 millones)
se dedica a la agricultura, por lo que se puede colegir que el 30% (5,22
millones) se encuentran trabajando en las ciudades.
El Ecuador, subscriptor de la Convención de=
los
Derechos del Niño y el Convenio 169 de=
la
OIT; ha avanzado, de la doctrina de “la situaci=
ón
irregular” a la de “protección integral” en la que prima el interés superior
del niño o niña sobre todos los demás derechos; esta doctrina supone: “garantizar un desarrollo integral y una vida dig=
na,
así como las condiciones materiales y afectivas que les permitan vivir
plenamente y alcanzar el máximo de bienestar posible”. Desde el año 2003,
cuenta con el Código de la Niñez y Adolescencia en donde =
se
prohíbe el trabajo infant=
il
en menores de 15 años con algunas salvedades especiales; el trabajo infantil
peligroso está prohibido totalmente.
La experiencia de
erradicación del trabajo infantil peligroso en basurales
fortaleció el interés de entidades públicas, estatales y municipales, y de
algunas organizaciones privadas que trabajaron mancomunadamente para lograr=
un avance
importante en la política pública local y nacional.
Las políticas de Quito, segunda ciudad en el
Ecuador de destino de las familias migrantes; en especial, aquellas que se
establecieron para erradicar la mendicidad, ponen énfasis en la contención =
y en
el retiro de las personas que practican la mendicidad como un proceso
progresivo para eliminarla; pero, no toman en cuenta el estrecho nexo que
existe entre mendicidad y trabajo infantiles (Zambrano, 2012).
La actividad más visible de los niños y niñ=
as
es el trabajo; pero, aquellos proyectos que pretenden erradicar la mendicid=
ad
lo invisibilizan o no lo encaran de forma adecuada. Es necesario desentrañar
qué sucede en este umbral que existe entre la mendicidad y el trabajo infan=
til,
cuáles son sus estrategias, sus patrones culturales; en qué medida la una
encubre al otro y, a la vez, la primera supervive en el segundo para, sobre
todo, desarrollar políticas públicas que no solo hablen de erradicación sin=
o de
integración proponiendo mecanismos y desarrollando instituciones que lo hag=
an
posible.
Existen dos tendencias o corrientes de
interpretación acerca del fenómeno de la mendicidad, la una aduce a causas
estructurales: falta de empleo, migración campo ciudad, desempleo tecnológi=
co
(Marx, Keynes); la otra corriente, a problemas de índole personal y familia=
r;
el mendigo lo es porque así él, lo ha decidido o, en el mejor de los casos,
porque sufre de cierta patología que le imposibilita dejar de ser mendigo o=
pobre
(Alcock, 1997).
Al igual que la lucha planteada contra la pobrez=
a en
la actualidad se planifica la erradicación progresiva de la mendicidad (La
Hora, 2010); cuando, en realidad, vivimos en una sociedad que produce pobre=
za y,
al producirla, genera pobres y, los más pobres de ellos, tienen que mendigar
con el riesgo de ser perseguidos.
La práctica de la mendicidad es un intercambio, =
como
casi todo ejercicio que se realiza para obtener algo. Quien entrega limosna=
lo
hace por tres motivos: la fuerza de la costumbre, la súplica a la razón y p=
or
factores emocionales. Emociones como la piedad o la simpatía son
explicaciones comunes para dar limosna además de la necesidad de liberarse =
de
una situación incómoda y la oportunidad de reafirmar la confianza en sí mis=
mo.
Por otro lado,
Por extensión la mendicidad infantil es la ejerc=
ida
por niños y niñas que obtienen una limosna o contribución poniendo en juego=
un
amplio repertorio de actitudes, poses, gestos, frases, canciones u otros (c=
omo
la vestimenta colorida), con las que apelan a la conciencia, a la solidarid=
ad,
al sentimiento de culpa o al de superioridad de quien entrega la limosna.
La migración, para efectos del estudio, es cualq=
uier
desplazamiento de un grupo humano, desde su lugar de origen a otro de desti=
no,
que conlleva el cambio de residencia habitual; en este caso, nos referimos =
únicamente
a la migración efectuada desde el campo hacia la ciudad. Las sustanciales d=
iferencias
entre la infraestructura urbana y la del campo explican este fenómeno ademá=
s de
la concentración de la tierra en el campo: el 75% de las unidades de produc=
ción
agrícola, UPA’s posee el 12% de la tierra, mien=
tras
que el 1% de las UPAs concentra el 30% de la ti=
erra
(INEC, 2010).
La migración del campo hacia la ciudad no es un proceso totalmente voluntario ni es bien acogido en las ciudades de destino. Los migrantes son segregados, menospreciados, estigmatizados y, por último, perseguidos por los (y las) policías municipales. Se concentran en sitios determinados donde establecen redes solidarias para insertarse en la ciudad, reproducen prácticas de su lugar de procedencia lo que les permite identificarse como parte una micro comunidad urbana, mantienen –en el caso = de que la tuvieran-, la lengua materna para reconocerse y diferenciarse de los blanco-mestizos; quienes, únicamente hablan castellano y, en algunos casos,= idiomas extranjeros de donde proviene el reconocimiento, la ciencia, el comercio. <= o:p>
MÉTODOS Y MATERIALES
El
acercamiento a las principales categorías de la investigación fue un aborda=
je
de carácter antropológico desde la observación participante; la recolección=
de
datos se la hizo a través de entrevistas y encuestas que permitieron constr=
uir
el universo cultural de estudio.
De
esta manera, pretendimos, contrastar la reflexividad del investigador (en t=
anto
miembro de una sociedad y cultura, su perspectiva teórica y su forma de
construir el conocimiento) con las reflexividades de la población de estudi=
o con
las que operan en su vida cotidiana.
Resaltamos los aspectos cualitativos sobre =
los
cuantitativos sin dejar por ello de relacionarlos. No son simples datos soc=
io o
econométricos, es un intento de acercamiento a las lógicas de interrelación=
de
un grupo humano (definido geográfica, social y culturalmente) en su
incorporación (apropiación y rechazo) a un espacio en el que ha decidido vi=
vir;
cuyas lógicas desconoce, pero las intuyen o las sufren en su cotidianidad. =
Las técnicas de recolección de datos que se
aplicaron en la presente investigación son las características de la
investigación etnográfica: entrevista etnográfica, observación participante=
de
prácticas culturales y formas de organización; además de las estadísticas q=
ue
se dispone del grupo en estudio, que fueron parte de la Campaña de erradica=
ción
progresiva de la mendicidad efectuada en Quito, 2010-2013, por parte del
Patronato Municipal San José y el Ministerio de Inclusión Social, MIES.
ANÁLISIS Y DISCUSIÓ=
N DE
RESULTADOS
Quito, cuyo centro financiero, administrati=
vo y
comercial estuvo emplazado inicialmente en el Centro Histórico, tuvo dos
momentos importantes de expansión urbana; el primero, cuando se crea el bar=
rio
La Mariscal, como expresión de la bonanza de las exportaciones de banano, e=
n la
década de los 50; y, el segundo, a partir de 1970 como resultado del boom
petrolero. Es a partir de esos años que en el Norte se establecen los centr=
os
comerciales y las principales instituciones financieras y comerciales. El s=
ector
de La Mariscal, otrora sector de retiro de los sectores pudientes, se confi=
guró
como un espacio para la vida nocturna y comercial destinado al turismo
internacional. El Centro Histórico, en cambio, está reservado al turismo
internacional de gran nivel, pero contiene, en su interior, a la mayor cant=
idad
de comerciantes informales y población inmigrante y, a la vez, a las más
importantes representaciones institucionales del estado central y local ade=
más
del importantísimo patrimonio urbano y cultural quiteño. Las clases altas d=
e la
ciudad capitalina se han desplazado desde el centro hacia el norte y,
actualmente, hacia los valles.
Los lug=
ares
abandonados por los sectores pudientes son ocupados por los inmigrantes que=
llegan
desde el campo para habitar la ciudad en busca de recursos para vivir. Garc=
ía Canclini
(1999) conceptualiza a la ciudad como un “lugar para vivir” (p.107); la
realidad muestra que, para estos grupos de personas, es un lugar para “sobr=
evivir”.
El concepto de espacio herido al que hace mención Pablo Minda (2006), explica en cierta medida la existencia =
del
trabajo infantil, la constitución actual de las barriadas como lugares
“construidos en el imaginario de la ciudad por parte de las clases medias y
altas (…), poniéndolos en posición de excluidos”, cuyas características de
pobreza / vulnerabilidad (necesidades básicas no resueltas) y con una limit=
ada
perspectiva de vida se entrelazan para producir este “espacio herido”
caracterizado por la precariedad, “articulado en la periferia socio económi=
ca
(…) la pobreza, la criminalización (…)”.(Minda,2006, p.6)
La
población, objeto de estudio, vive en el centro histórico de Quito y se
desplaza hacia los sectores de la Mariscal y Norte de la ciudad, para reali=
zar
sus actividades.
La mayoría de familias que realizan activid=
ades
de venta ambulante en la ciudad de Quito son inmigrantes de las provincias =
del
Chimborazo, Cotopaxi y Tungurahua. Algunas de las familias, sobre todo aque=
llas
que se mantienen agrupadas viven hacinadas en espacios muy reducidos e
insalubres en casas grandes “tipo conventillos” que consiguen a costos bajo=
s;
por lo general son familias jóvenes que han migrado los últimos años por las
condiciones difíciles que enfrentan en el campo.
En una casa ubicada en el Centro Histórico =
de
Quito, tras el Mercado Central, habitan 65 niños, niñas y adolescentes. De
ellos, 15 (23,1%) nacieron en San Blas, parroquia urbana de Quito, provinci=
a de
Pichincha. El resto procede de la provincia de Tungurahua; 47 (72,3%) nacie=
ron
en Quisapincha y 2 (3,1%) en Pasa, parroquias d=
el
cantón Ambato; y, 1 (1,5%) en Huambaló, parroqu=
ia del
cantón Pelileo.
Grafico N1: Proced=
imiento
de los NNA
Elaborado por:
Grupo de Investigación
Según García Canc=
lini
(1999) el campo hace a la ciudad; en el espacio público de Quito, la llegad=
a de
“este campo”, a la ciudad, ha significado el aumento del sector informal en=
la economía,
expresado fundamentalmente en la aparición de indígenas dedicados a la venta
ambulante en los espacios públicos del escenario urbano, con lo que la
segregación en Quito se profundiza y visibiliza aún más; pues, según Floren=
cia
Quesada (2013), el espacio público es de distinción y diferenciación simból=
ica,
pensado para el paseo y el consumo, lo que explica en cierto sentido, la
creación de bulevares y malls, =
entre
otros, para el disfrute de los sectores que se reconocen como iguales, los
ciudadanos con cierto nivel educativo y ciertos niveles de acceso a los bie=
nes
culturales, pero sobre todo, con la suficiente capacidad adquisitiva para
acceder a los bienes ofertados.
El 100% de la población se reconoce como
indígena; los lazos parentales, tanto los de consanguinidad como los de
afinidad, se mantienen; lo que explica, ese proceso continuo de migración,
adaptación y establecimiento definitivo pues, a pesar de que el 23,1% de los
NNA ya nació en Quito, mantiene los lazos con la comunidad de origen y se
convierte, a la vez, en el punto de referencia de llegada de los inmigrantes
nuevos.
Las familias (madres fundamentalmente) salen
diariamente a trabajar a vender frutas, chicles, caramelos, entre otros
productos; se concentran, principalmente, en la zona comercial del sector N=
orte
de la ciudad, en la Mariscal y Centro Histórico; su actividad se extiende h=
asta
10 y 12 horas diarias, según las características comerciales de cada lugar.=
Mientras realizan sus actividades, los niños
menores de 5 años son colocados en veredas, bajo los puentes o en los espac=
ios
verdes de los parterres bajo los árboles; a los más pequeños, los cubren con
cartones mientras duermen o son cargados durante toda la jornada. Los niños
mayores de 5 años llegan a las calles y se incorporan a la actividad de la
familia, antes o luego de sus estudios, para “ayudar” en la venta; se los
observa, en algunos casos, pidiendo caridad.
Los riesgos a los que están expuestos los
niños, niñas y adolescentes en calle van desde los accidentes de tránsito, =
las enfermedades
de vías respiratorias por la exposición a la contaminación ambiental y a la
intemperie además de las condiciones insalubres y la mala alimentación, per=
dida
de año o deserción escolar; hasta los más graves: abuso sexual, incursión en
drogas, maltrato de todo tipo -lo que incluye la segregación social y cultu=
ral-,
y el robo y pérdida de los NNA.
De los 65 NNA, 23 (35,4%) tienen menos de 5
años; 32 (49,2%) están en una edad entre 5 y menos de 13 años; y, 10 (15,4%)
entre los 13 y menos de 18 años. Esta composición etaria explica la situaci=
ón
del 35,4% de los niños que, casi obligatoriamente, tiene que acompañar a sus
progenitores en las labores que desempeñan. La responsabilidad de su cuidado
(por ser menores de 5 años) es ejercida, casi exclusivamente, por las madre=
s.
Gráfico
1
=
Elaborado por:
Grupo de Investigación
Del grupo de estudio, 40 (61,5%) son hombre=
s y
25 (38,5%), mujeres. La edad promedio para estos grupos etarios respectivam=
ente
son: 5 meses 8 días; 3 años, 2 meses y 13 días; 7 años, 6 meses y 10 días; =
y,
14 años 8 meses y 15 días. Tanto el tercero como el cuarto grupo son los que
están más lejos de la edad máxima establecida (13 y 18 años respectivamente=
).
Gráfico
2
Elaborado por:
Grupo de Investigación
De 32 NN que están entre l=
os 5
y los 13 años, 5 (15,6%) no estudian; la proporción se duplica en los NNA q=
ue
están entre los 13 y 18 años; pues, de 10 adolescentes, 3 (30%) no estudian=
. A
medida que los NNA van creciendo, aumentan sus responsabilidades al interior
del hogar. No corresponde únicamente a los padres colaborar en la manutenci=
ón
del hogar, es una tarea de todos y, cada uno, aporta de manera proporcional=
a
la edad que tiene.
Gráfico
3
Elaborado por:
Grupo de Investigación
De 23 NN menores de 5 años=
, 11
(47,8%) son llevados a la calle ya sea por falta de conocimiento acerca de =
las
instituciones que cuidan a los hijos de madres trabajadoras, por desconfian=
za
en las instituciones o porque son demasiado pequeños. De 32 NN entre los 5 y
menos de 13 años, 10 (31,2%) trabajan en la calle; ya sea bajo la mirada de=
sus
padres o formando parte de un grupo de hermanos o parientes del mismo rango=
de
edad, entre quienes su cuidan mutuamente, mientras venden caramelos o chicl=
es,
realizan malabares o mendigan. Entre los adolescentes, la mitad se dedica a
trabajar en la calle.
En el 2010 se publicó un artículo en
hoy.com.ec/noticias donde Verónica Moya afirmó que, en Quito, 4.800 niños e=
stán
en la calle, ya sea trabajando o acompañando a sus padres, que en su mayoría
son vendedores ambulantes; por otro lado, en la visita realizada por Gulnara Shahinian, la rel=
atora
especial de la ONU, se refirió a la mendicidad y al trabajo infantil como l=
as
formas contemporáneas de esclavitud, a la vez que señaló que el trabajo
infantil obstaculiza el desarrollo del país (Hoy, 2010, 24, 06).
Frente a la reali=
dad
estructurada, a los espacios establecidos de manera funcional para la ocupa=
ción
de manera jerárquica; frente a las normas y comportamientos de los habitant=
es
de la ciudad que los migrantes no comprenden y ante la realidad económica
apremiante; las familias apelan a la solidaridad –en el mejor de los casos-=
, a
la conmiseración y a la caridad que pueden entregar los viandantes mediante=
la
utilización del recurso teatral. Para ello emplean a los integrantes de las
familias que pueden desatar ese gesto –entre generoso y despreciativo-, que=
es
la caridad. La recompensa a la imagen desvalida, doliente y conmiserativa d=
e un
niño de pocos años (siempre bajo la mirada vigilante de alguien de la famil=
ia,
sus padres o hermanos mayores) quien entona las palabras casi en un susurro,
invitando a que le compren algún producto (por lo general chicles o caramel=
os)
o, de manera abierta, pidiendo caridad; permite, a la familia solventar los
gastos más apremiantes.
Son gestos
estudiados, aprendidos en esa rápida escuela de la necesidad. La expresión,=
el
mohín del rostro, la aproximación hacia el “cliente” escogido; todo respond=
e a
una mecánica de prueba y error. Generalmente se acercan a personas que
aparentan tener un nivel de vida más alto, prefieren gente que está en pare=
ja o
en grupo (no muy numeroso); no se acercan a los muy jóvenes –quienes, por lo
general a su pedido replican con algún chiste o burla-; las personas prefer=
idas
son las mujeres de mediana edad (entre los 30 a 50 años) y, si es del caso,=
que
estén saliendo de algún rito religioso. En el transporte público (cuando les
permiten embarcar, pero, por lo general en el trole), entonan algún estribillo de alguna canción realzando su
tonalidad lastimera o tratando de causar la hilaridad de los usuarios. Por =
lo
general se desplazan en parejas y, luego de efectuada su representación y de
haber obtenido alguna moneda, dan rienda suelta a la risa o realizan algún
gesto, entre afectivo o juguetón, entre ellos.
Gráfico
4
Elaborado por:
Grupo de Investigación
Sobre las madres recae la mayor responsabil=
idad
del cuidado de los NNA; casi 2 de cada 3 NNA está bajo su cuidado; pues, de=
65
NNA, 41 (63,1%) están bajo la responsabilidad directa de sus progenitoras. =
Este
elevado porcentaje se explica, por una parte, por el rol tradicional que cu=
mple
la mujer en el sector rural a cuyo cargo está, casi de manera exclusiva, la
protección de los niños y niñas menores de 6 años. Rol que es trasladado a =
la
ciudad asumiendo los riesgos que significa el desarrollar las labores
informales en un medio que les es desconocido y, en muchos de los casos,
hostil. Los padres únicamente tienen a su cuidado 14 (21,5%) NNA; es decir,=
uno
de cada cinco niños.
Gráfico
5:
Cuál es la ocupación de los responsables de los NNA
Elaborado por:
Grupo de Investigación
De las 35 personas que tie=
nen
bajo su responsabilidad a los 65 NNA; 31 (88,6%) se dedican a la venta
ambulante de pequeñas mercancías. Quienes recién migran empiezan con la ven=
ta
de caramelos y chicles, en especial, en las esquinas de mayor tráfico. Aque=
llas
personas que ya tienen algún tiempo establecidas en la ciudad ponen sus
negocios de venta de maduros asados.
Todas tienen el grave prob=
lema
de no tener la autorización correspondiente para realizar su actividad de
manera legal por lo que constantemente son desalojadas o corridas de sus si=
tios
de trabajo.
Gráfico
6: Número
de responsables que reciben el Bono de Desarrollo Humano
Elaborado por:
Grupo de Investigación
A pesar de la precaria
situación (trabajo informal, tugurización de la vivienda, inaccecibilidad a=
los
servicios institucionales o crediticios, etc.),
apenas 8 (23%) personas que tienen bajo su responsabilidad a los NNA=
del
grupo de estudio reciben el Bono de Desarrollo Humano (USD 50), solamente u=
na
familia (el 2,8%) tiene una beca para que estudie uno de su hijos.
La solidaridad familiar es=
la
más grande y valiosa ayuda que se prestan entre sí expresada en la informac=
ión
de puestos de trabajo (cuando hay), préstamo de enseres domésticos, préstam=
os
económicos de baja cuantía para resolver problemas urgentes, cuidado compar=
tido
de los NN, etc. La práctica comunitaria de la reciprocidad se mantiene como=
el
principal sistema de apoyo. Las instituciones estatales se presentan, en el
imaginario de los responsables, únicamente como entidades represoras. Una
institución que ha colaborado con los migrantes es el Centro del Muchacho
Trabajador; es, prácticamente, la única institución que trabaja con los
migrantes y que comprende, al margen inclusive de los postulados
gubernamentales, la situación crítica en la que se encuentran los pobladores
que deciden aventurarse en la ciudad; por ello, desarolla una serie de
actividades de apoyo que van formando justamente “al muchacho trabajador”
(2007).
La relación entre crecimiento económico,
exclusión, segregación y pobreza es provocada por la estructura misma del
funcionamiento del capitalismo y, en general, de todos los modos de producc=
ión
clasistas. En el Ecuador, como en la mayor parte de América Latina, el prob=
lema
se hace más complejo pues, a la disfuncionalidad del sistema se agrega el
pasado colonial que superpone a la división de clases los problemas étnicos=
y
culturales.
Las formas tradicionales de socialización de
las comunidades agrarias ha sido la de la temprana incorporación de los niñ=
os y
niñas a las faenas agrícolas, las que no constituyen una actividad netamente
productiva sino un espacio en el que interactúan con sus padres –en la mayo=
ría
de los casos-, con otras personas adultas y, además, con otros pequeños de =
su
misma edad (Swanson, 2010). La incorporación temprana a las actividades
agrícolas, en la cosmovisión indígena, constituye una parte del aprendizaje=
de
procesos productivos, de ciclos naturales, de asimilación de mitos y de asu=
mir
una religiosidad que los define, culturalmente, como miembros de una comuni=
dad.
Por su parte, las sociedades modernas, es d=
ecir
aquellas que basan su producción en el conocimiento y en conceptos como
productividad, eficiencia, eficacia, rendimiento, etc., secularizan todo
proceso productivo, lo desligan de la religiosidad –o pretenden hacerlo-,
inician el proceso de socialización en las escuelas en donde la educación g=
ira
alrededor –en la mayoría de los casos– de la construcción del estado nacion=
al,
las tendencias globales, las realidades locales, los conocimientos como
instrumentos para desarrollarse como individuos productivos y responsables.=
Un
proceso integrador, sostenido, sistemático para adaptarse a los requerimien=
tos
productivos de la sociedad en el cual, la disciplina y la responsabilidad
constituyen dos ejes fundamentales.
La mendicidad es el último recurso que usan=
los
seres humanos para sobrevivir; pero también tiene sus características, su s=
abiduría,
su estrategia. Quienes mendigan delegan la producción de su sustento al gru=
eso
de la comunidad que les provee de lo mínimo indispensable para su subsisten=
cia.
El trabajo infantil, en cambio, además de un aporte a la economía familiar,=
es
un proceso de relacionamiento complejo con la realidad; proceso en el cual =
se
aprenden normas, límites, deberes pero sobre todo, la desigual retribución =
que
reciben los trabajadores manuales frente a una sociedad que se precia de vi=
vir
del conocimiento.Por=
lo tanto,
al hablar de trabajo infantil no es posible generalizar o abstraerse de las
cuestiones históricas y culturales. En el Ecuador el tema se complejiza por=
el
cruce con lo étnico y lo cultural que decantan en una situación socioeconóm=
ica
de exclusión, marginalidad, informalidad y pobreza.
Los niños y niñas; en una sociedad donde el
concepto cristiano de la caridad ha sido considerado, hasta hace poco, uno =
de
los caminos para alcanzar el cielo prometido; consiguen –de una u otra mane=
ra-,
apelar a la conciencia, a ese espíritu caritativo de aquellas personas que
tienen algo más de lo necesario para entregarlo en aras de ser recompensado=
s o
simplemente con el ánimo de sentirse bien a pesar de estar conscientes de q=
ue
su acto no soluciona el problema pero que, de alguna forma, logra salvar la
situación calamitosa de quien les solicita una contribución.
A partir de este acercamiento, es posible
considerar a la mendicidad infantil como un aspecto del trabajo infantil. La
capacidad que desarrollan niños y niñas para conmover, cuestionar, sacudir =
la
conciencia de las personas que, de una u otra manera, se ven interpeladas p=
or
quien les solicita una ínfima parte de sus ingresos, constituye un trabajo.=
El
umbral en el que se relacionan y se diferencian, el trabajo infantil y la
mendicidad, determina ciertas visiones e, inclusive, ciertas políticas
públicas.
En varios de los documentos oficiales de los
distintos organismos que están en “lucha contra el trabajo infantil” (OIT,
2010), ni siquiera se menciona el tema de la mendicidad. La actividad media=
nte
la cual, los niños, niñas y adolescentes se procuran algunos centavos apela=
ndo
a distintas formas de representación en la calle, sitios públicos o buses, =
está
considerada como mendicidad encubierta, según el informe IC-2007-712 de 7 de
noviembre del 2007, de la Comisión de Equidad Social y Género que sirvió de
base para elaborar la Ordenanza Metropolitana 241:
La mendicidad se presenta de varias formas: ‘abierta’,
cuando solicitan dinero, comida o algún otro beneficio, de manera directa; =
o ‘encubierta’,
cuando simulan brindar un servicio a cambio de dinero; por ejemplo: limpiar=
el
parabrisas del auto, cantar en los buses, vender flores, hacer malabares,
lanzar fuego.
Desde el punto de vista de la comisión, qui=
enes
mendigan “simulan brindar un servicio”. Simular es representar algo, fingie=
ndo
o imitando lo que no es, según la RAE; pero representar, fingir e imitar
conlleva, en sí mismas, la noción de trabajo pues, según la misma RAE, entre
sus múltiples acepciones, trabajo significa una “obra, resultado de la
actividad humana”. Por lo tanto, la consecución de monedas apelando a la
sensibilidad de la gente para paliar en algo su condición vergonzosa y culp=
able
de vivir en una sociedad que proporciona las más grandes comodidades al 10%=
de
la población, mientras que las ¾ partes tienen que pasar una serie de
penalidades para obtener el sustento diario, responde a un esfuerzo, a una
acción previamente programada y no solamente a una “simulación”.
El Concejo del Distrito Metropolitano de Qu=
ito,
sobre la base del informe mencionado, emitió en el año 2008 la Ordenanza 02=
41
para la protección especial de los derechos de los niños, niñas y adolescen=
tes
en situación de riesgo en las calles, la misma que los define como “aquellos
menores de edad que realizan habitualmente, en espacios públicos, algún tra=
bajo
o actividad con fines lucrativos o de mendicidad, ya sea solos o bajo el
acompañamiento de adultos (...)”. En este sentido, el Ministerio de Inclusi=
ón
Económica y Social, MIES, en cooperación con el Municipio de Quito impulsó
varias campañas orientadas a la erradicación de la mendicidad en épocas
navideñas atendiendo la problemática en los barrios del Distrito; como prog=
rama
complementario y permanente, el 2011 se creó el Programa de Erradicación
Progresiva de la Mendicidad, o riesgo de Mendicidad, el mismo que destinó u=
na
parte de su atención a NNA en situación de mendicidad o riesgo en las calle=
s.
Es claro que la
recuperación urbanística de Quito y de su patrimonio arquitectónico, unido =
al
interés de dinamizar la economía a través del turismo, hace que la venta
ambulante sea un foco de atención en la implementación de regularizaciones.=
El
concepto mismo de regeneración es discriminatorio, pues, como expresa la
palabra es un proceso de reconstrucción que hace un organismo vivo por sí m=
ismo
de sus partes perdidas o dañadas. Para los urbanistas y planificadores aque=
llas
prácticas que afean la ciudad (y, consecuentemente, a quienes las practican)
deben ser eliminadas, retiradas, segregadas pues no contribuyen a la invers=
ión
y al flujo del gran capital; pero, contradictoriamente, son esos sectores
informales quienes se constituyen en agentes importantes de la realización =
de
las mercancías pues hacen que circulen y se consuman entre aquella población
que; si bien es cierto, no tiene la misma capacidad adquisitiva de las pers=
onas
que acude a los locales formales; son los que logran que una gran parte del
capital –que proviene de la economía informal-, siga su curso y se realice.=
De
qué otro modo se explica la persistencia de la subocupación urbana que alca=
nzó
al 42,9% de la PEA en septiembre del 2013 (BCE, 2013).
Conclusiones.
·&nb=
sp;
Con relación a los
elementos sociales, culturales y económicos que configuran el umbral entre =
la
mendicidad y el trabajo infantiles es fundamental resaltar que, desde la óp=
tica
de las comunidades andinas, el trabajo infantil es un medio de formación y =
de
relacionamiento de los NNA con el resto de los miembros que integran su cír=
culo
más cercano. No es raro que, dentro de sus dinámicas de reproducción social=
y
material, se establezcan claros roles a ser cumplidos por niños (las tareas=
más
duras, en el sentido físico) y las niñas (actividades de cuidado de hermanos
menores, de limpieza y cocción de los alimentos para la familia). Esta real=
idad
es una adecuación de las capacidades de los integrantes de una familia para
cumplir ciertos aspectos determinados por la edad, la condición física y las
aptitudes además de las concepciones culturales, con el fin de garantizar l=
as
condiciones mínimas de reproducción social, cultural y material de una fami=
lia
y, de esta, en la comunidad.
·&nb=
sp;
El umbral se configura
tanto desde la no correspondencia de la normativa de dos formas de ordenar =
el
mundo (mestizo vs. indígena), cuanto por la clara concepción de trabajo en =
el
ejercicio de la mendicidad. Por lo tanto, para las personas adultas migrant=
es
de Quinsapincha, el trabajo infantil no constit=
uye
una violación al marco jurídico normativo que regula el trabajo y el cuidad=
o de
los niños. Primero, es una normativa que desconocen; segundo, está totalmen=
te
alejada de su marco de referencia cultural; y, tercero, los niños constituy=
en
un recurso a utilizar con la finalidad de generar ingresos para sus familia=
s,
que sobreviven en precaria situación.
·&nb=
sp;
Con respecto a las
características sociales que generan las prácticas de mendicidad y de traba=
jo
infantil es necesario anotar que la mayoría de migrantes que recibe Quito s=
on
jóvenes y adultos que, muchas veces, deciden radicarse de manera definitiva=
en la
ciudad. Los migrantes se desplazan a la capital por mejores oportunidades de
trabajo y mejores ofertas de estudio, a la postre mejores condiciones de vi=
da;
aquellos que provienen de los sectores rurales lo hacen por cuestiones
económicas fundamentalmente pues, el campo no les provee de los suficientes
recursos para su manutención y miran, en las ciudades grandes, la única
posibilidad de obtener ingresos mediante su inserción en el mercado laboral=
en
las condiciones que fuesen del caso. Luego de realizado el trabajo de
investigación se concluye que las familias migrantes de Quisapincha,
optan por la migración por la precaria situación económica de su lugar de
origen y practican la mendicidad como una estrategia de sobrevivencia en un
medio urbano, cuyas dinámicas económicas difieren completamente del mundo r=
ural
de donde provienen.
·&nb=
sp;
Los aspectos cultural=
es
que hacen posible la mendicidad y el trabajo infantil en la ciudad de Quito
parte de la concepción de que obtener una limosna o una retribución económi=
ca es
un reconocimiento a su capacidad de interpretación; esto demuestra que la
mendicidad se ubica en ese umbral difuso entre el trabajo y el simple pedid=
o de
caridad; pone a prueba las dotes teatrales para conmover a sus “clientes”.
Cuando venden sus productos tampoco abandonan sus gestos histriónicos por lo
tanto también apelan a ese sentimiento compasivo de la gente. Este umbral t=
iene
que ser tomado en cuenta pues, es en donde se ponen a prueba tanto los recu=
rsos
de los NNA cuanto la estrategia familiar que establece el recorrido, los pu=
ntos
de encuentro, los horarios y –sobre todo-, el destino que dan a esos recurs=
os
como un primitivo proceso de acumulación para emprender proyectos más grand=
es
(la compra de más mercadería o la apertura de otro tipo de negocios –venta =
de
maduros asados, pinchos, etc.).
·&nb=
sp;
No existe una
coordinación interinstitucional para acompañar el proceso de inserción de l=
os
migrantes en la ciudad de Quito; los grandes intereses económicos que están=
en
juego detrás de las políticas de recuperación o regeneración urbana desembo=
can
en prácticas represivas hacia aquellos ciudadanos que, con sus actividades =
de
sobrevivencia, van en contra del fomento del turismo de alto y mediano nive=
l.
Las campañas para desestimular la entrega de contribuciones económicas a
quienes piden limosna, en especial a los NNA, han contribuido a reducir la
mendicidad; pero, no necesariamente a elevar la calidad de vida de las fami=
lias
que utilizaban las capacidades de todos sus miembros para obtener lo mínimo
indispensable para sobrevivir.
·&nb=
sp;
Por lo tanto, y como
última conclusión, las políticas públicas están enfocadas en la erradicació=
n de
un fenómeno que es producto estructural de la falta de estímulo a los peque=
ños
y medianos campesinos y de la desigual inversión estatal en el sector rural=
, ya
que se privilegia a las ciudades cuya infraestructura las hace atractivas a
quienes se debaten en condiciones de pobreza en el campo. Todas las polític=
as
públicas estarán destinadas al fracaso si no se aborda de manera integral e=
l problema;
y, la lucha contra la mendicidad no será nada más que una política de último
recurso para limpiar la imagen de una ciudad asediada por nuevos habitantes=
que
buscan, a como dé lugar, mejores condiciones de vida para los integrantes d=
e su
familia.
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El artículo que se
publica es de exclusiva responsabilidad de los autores y no necesariamente
reflejan el pensamiento de la Revi=
sta
Ciencia Digital.
El
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ial
y/o total en otro medio tiene que ser autorizado por el director de la Revista Ciencia Digital.
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Técnica Luis Vargas Torres de Esmeraldas Ext. la Concordia, marialvear@yahoo.com
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Técnica Luis Vargas Torres de Esmeraldas Ext. la Concordia, jan_carlos_ss@hotmail.com
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Técnica Luis Vargas Torres de Esmeraldas Ext. la Concordia, andrea.santa=
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Técnica Luis Vargas Torres de Esmeraldas Ext. la Concordia, ramiro.guaman@utelvt.edu.ec
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ISSN: 2602-8085
Vol. 2, N°1, p. 8-= 18, enero - marzo, 2018